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Elecciones en España 10N: sin ideologías y sin liderazgos

Elecciones en España 10N: sin ideologías y sin liderazgos

Bárbara Aucejo
Bárbara Aucejo
16 octubre 2019

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Elecciones en España 10N: sin ideologías y sin liderazgos

El panorama en el sistema de partidos español está ‘’de hueva’’, como dicen los malhablados en México. El PP está más izquierdoso que nunca, el psoe más derechoso que antes, Podemos hundiéndose y Vox creciendo con lo que le dejó el PP, declarándose la única fuerza de derecha. De Ciudadanos ni hablemos, porque es casi ya el partido florero.

La escenografía de los mítines ofrece señales claras de lo que se está pactando entre bambalinas:

– Casado en el retiro, sin nadie detrás más que el lago y todos los asistentes en sillas de plástico. Se respira un estilo campestre total, abierto, tranquilo y cercano, acercándose así más al PSOE.

– Sánchez en un lugar cerrado, con personas sentadas detrás, delante y a los lados, dando un mítin a la más antigua usanza, acercándose más al PP.

– Podemos hundiéndose en formatos tipo mesa redonda, inmóvil en cuanto a su estilo academicista; en otros casos, conservando el estilo cercano de Pablo Iglesias al centro y todos los demás sentados a su alrededor en círculos, recordando las asambleas del 15M, volviendo a sus orígenes, última esperanza que les queda después de la desbandada de su partido de personas clave como Errejón y un gran pacto entre PP, PSOE y Ciudadanos como invitado.

– Vox, aunque no le den espacio en los medios por su emergencia y su falta de presupuesto, sigue centrado en su ideología de derecha, misma que le dejó libre el PP, presumiendo un crecimiento en las elecciones del 10N.

Por otro lado, tenemos la apariencia física de los ‘’líderes’’, que junto a la escenografía, nos dan más pistas:

– El único cambio se aprecia en Casado, que decidió dejarse barba tras su reciente y primera derrota, buscando dar una imagen más viril, capaz y madura de su liderazgo y a la vez más natural y casual, menos formal que el look de afeitado diario que puede resultar más elegante, pero le hace cara de más juventud y menor experiencia.

– Sánchez no cambia su imagen, a decir verdad no lo necesita, sus números le dan confianza y, salvo por la fragmentación de los votos, él fue el ganador de las pasadas elecciones y se presume que se llevará la próxima victoria; por tanto, no necesita implementar ningún cambio en su apariencia física, que es lo suficientemente centralista y coherente como para poder pactar con PP y Ciudadanos en un momento dado.

– Albert Rivera, de cuyo partido solo se habla para referirse al eventual gran pacto incómodo de las dos grandes formaciones, sigue igual que Sánchez, inmóvil en su imagen, sin cambios por el momento.

– Pablo Iglesias es la anti-imagen hecha imagen. Su look descuidado que le llevó a llegar donde llegó sigue en pie, salvo por alguna recomendación de vestimenta mal llevada por su parte. Eso es lo que le funcionó para conectar con los inconformes y eso es lo que va a seguir haciendo, máxime cuando el PSOE parece querer acercarse al PP, lo que le permite verse todavía más ‘’diferente’’.

Además de las señales que nos dan los ‘’líderes’’ de los partidos, en sus eventos y con su presencia, estamos ante unas elecciones en las que se consolida la falta de ideologías que están reclamando los españoles. Los españoles ya no buscan si un partido apoya ideas de izquierda o de derecha, sino que sea un partido con un líder al que crean capaz de sacarles del hoyo y que les resuelva sus problemas.

Las pasadas elecciones dejaron patente que:

1. No hay liderazgos fuertes

2. Las ideologías ya no importan

A la razón 1 referente a los liderazgos, los partidos parece ser que han decidido hacer caso omiso y seguir apostando por las mismas figuras que llevaron a España a un contexto de inmovilismo parlamentario y democrático, donde nadie obtuvo el necesario apoyo para gobernar. Esto como si por celebrar unas nuevas elecciones fuese a cambiar algo el programa electoral, un documento que hace muchos años que ya nadie revisa a la hora de decidir su voto.

¿Qué hubiera sido lo idóneo, en términos de estrategia política?

Lo idóneo hubiera sido que, al menos el PSOE y Ciudadanos hubieran pensado en poner como cabeza de lista a un personaje con la suficiente fuerza como para destacar entre los demás. La cosa es que parece ser que a los propios partidos les interesa más bien seguir presentando la misma mediocridad que durante años, con tal de seguir en el poder, porque por alguna razón que los de a pie no conocemos, es preferible repartirse el pastel que comérselo entero. ¿Favores? ¿deudas? Sólo ellos saben.

La razón 2 la dictan los ciudadanos. Si las ideologías importaran, los partidos se hubieran ocupado de marcarlas de una forma más acentuada y, lo cierto, es que justo su movimiento ha sido el contrario: el PP cede la derecha a Vox y el PSOE hace ya mucho que cedió el protagonismo de la izquierda a Podemos. Ahora, muchos pensarán, si eso fuera cierto, entonces Ciudadanos se hubiese comido el pastel completo en las elecciones. Lo cierto es que en realidad, no solo las ideologías no importan, sino que los ciudadanos sí buscan liderazgos fuertes por encima de las ideologías, cosa que no hay. Ni siquiera Ciudadanos, que cumple con la razón 2, fue capaz de superar la razón 1, haciéndose con la fórmula ganadora: liderazgos por encima de ideologías. Soluciones y capacidad, por encima de propuestas.

A todo ello, hay que añadir que la imagen pública de los políticos y la política en general sufre una desvirtuación a nivel no solo español, sino mundial. La rendición de cuentas y la exigencia de la sociedad es cada vez mayor y, los líderes que deciden tomar partido en la arena política, han demostrado que el nivel está muy bajo. Tan solo algún país como Canadá puede presumir de tener un líder fuerte y capaz con un consenso mayoritario en la población. Otros líderes como Trump o Putin son muy queridos por sus adeptos, pero a la vez muy odiados por sus detractores.

Ahora, el punto es que en España ni siquiera tenemos un líder amado por sus simpatizantes. Tampoco hay odios claros. Todos son grises, todos pasan desapercibidos, ninguno destaca, de todos se habla sin ningún tipo de pasión. La gente tiene poca fé en que estas elecciones vayan a cambiar algo. Mismos personajes, mismos partidos dominados por ‘’líderes’’ carismáticamente mediocres que no se encargan de buscar verdadero talento para ejercer la política. Están metidos en su propio círculo y no ven más allá.



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